¿Sabias que la palabra epitafio proviene de los vocablos griegos «ἐπί» que significa sobre y «τάφος» que significa tumba? Por tanto hace referencia a un texto que honra al fallecido y normalmente se encuentra escrito en su lápida.
En un primer momento el concepto se refería a los versos que se recitaban durante las exequias. Con el tiempo, pasó a asociarse a la inscripción que quedaba grabada en la tumba.
Se considera un buen epitafio cuando nos hace reflexionar y se nos graba en la mente.
Normalmente se escribe el nombre, la fecha de nacimiento y la fecha de defunción.
Si se añade algo a mayores, suelen ser frases convencionales del estilo de «Descanse en paz» o «No te olvidamos». ¿Quieres conocer su origen? ¡Sigue leyendo!
¿De dónde nacen los epitafios?
En las civilizaciones antiguas se consideraba un epitafio a una inscripción dedicada algún Dios con el fin de que protegiera al difunto. Con el paso del tiempo, el epitafio se hizo mucho más concreto, siendo destinado a un Dios en particular.
El origen de los epitafios nace en la Era de la Ilustración en el que el pensamiento intelectual gana al pensamiento religioso. Este cambio convierte el epitafio en epigrama (frase breve e ingeniosa con tendencia satírica) como los utilizados en Roma y Grecia.