En algún momento de nuestra vida hemos escuchado la frase memento mori, y generalmente se cree que significa “recuerda que morirás”, pero no es así. Desde Collyfer queremos que conozcas la diferencia sutil pero significativa que tiene su verdadera traducción.
Memento mori era la frase que le susurraba su sirviente al oído a un general victorioso en su procesión triunfal en Roma. Posteriormente también fue utilizada como meditación por los monjes benedictinos en sus celdas -algo que también hacen los budistas, obviamente sin usar la misma frase-.
En primera instancia se podría pensar que le frase es más apropiada si se entiende como recordar la muerte (recordar que uno va a morir), pues recuerda morir no parece ser necesario, ya que todos seguramente probaremos ser igualmente capaces de cumplir con la muerte cuando se presente la situación. Y, sin embargo, ya que la muerte no se concibe como el final absoluto, sino como un evento de máxima significación, la frase tiene sentido: recuerda morir, es decir, aprende a morir.
Por ello la expresión de Memento mori estaba relacionada a la idea de que todo bajo el sol es vanidad (vanitas), la idea que se expresa en el Eclesiastés. Vanitas y memento mori se complementan, recuerda que esta vida es vana, que es pasajera e impermanente.
Pero esto se completa aún más cuando recordamos morir cada día. Los egipcios creían que al morir el corazón era pesado en una balanza en la que de un lado se colocaba una pluma de la diosa de la justicia (Maat). Si el corazón era más ligero o al menos igual de ligero que la pluma de Maat esto permitía que el alma disfrutará de la vida después de la muerte.
Mientras que para los cristianos “La muerte es regeneración”.