En ocasiones nos encontramos ante la difícil situación de tener que acudir a acompañar a un familiar o amigo en el trance del fallecimiento de un ser querido. No todos estamos preparados para ese momento ni sabemos cómo actuar; es una situación complicada y comprometida en la que a veces no sabemos cómo comportarnos, qué decir o cómo vestir. Se nos hace cuesta arriba precisamente porque no solemos estar acostumbrados.
Hay que tener en cuenta que lo más importante al considerar todos estos aspectos es que en todos ellos debe primar el respeto. Hay que pensar bien nuestras palabras en el momento del acercamiento a los familiares, ser escuetos y decir lo que sentimos en ese momento con sinceridad y cariño para hacer que la familia se sienta acompañada, arropada y querida.
Hay que dejar aparte comentarios desagradables y también los interrogatorios. Es muy común, sobre todo en las personas mayores, sentir curiosidad por saber todas las circunstancias del fallecimiento, pero es importante dejar que la familia ofrezca la información que quiera sin obligar a recordar ese mal momento.
Durante el velatorio llegan distintas personas constantemente para dar el pésame, esto provoca que la familia, de manera reiterada y repetitiva, tenga que dar explicaciones y ello provoca una situación de cansancio y de desgaste físico y mental.
El fallecimiento de una persona y su proceso de velatorio es un acto social por el que todos antes o después y en una u otra medida pasamos, acompañando a la familia y respetando su espacio, su tiempo y su tranquilidad.