Es algo tan cotidiano, habitual y extendido como parte cultural que no nos paramos a pensar en ello pero ¿por qué llevamos flores a nuestros fallecidos? Es una tradición sumamente arraigado a la cultura de los muertos que queremos hacer un pequeño énfasis en esta peculiaridad.
Como todos sabemos, cuando alguien fallece la llegada de ramos tanto en el tanatorio como en el cementerio por familiares y amigos es algo habitual en nosotros. Con este gesto tan simbólico representamos nuestro afecto hacia la persona fallecida y a sus familiares más cercanos. Es una especie de homenaje que antaño no tenía el mismo significado.
En la antigüedad los muertos quedaban un tiempo en el domicilio familiar para que aquellos que les conocían en vida pudieran ir a dar sus condolencias y velar por el difunto. Evidentemente esta práctica que ahora no entenderíamos, conllevaba que el olor y la descomposición se aceleraran y ahí las flores tomaban un gran protagonismo.
Los olores tan agradables de las mismas camuflaban otros y aromatizaban el ambiente del lugar donde se encontraba el cuerpo. Lo que casi era necesidad acabó convirtiéndose en costumbre tal y como entendemos las flores para difuntos a día de hoy.
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