Ser conscientes de nuestro duelo beneficia la superación de cada etapa durante el proceso de sanación, la certeza de nuestra condición aumenta la confianza y nos fortalece para sentir progreso y liberación.
Como ya hemos comentado en más de una ocasión, dentro de cada duelo se viven etapas que se van dando de manera natural: negación, cólera o ira, negociación, depresión y aceptación; en casos especiales como el duelo sin resolver y/o el crónico es necesario abordarlas con la guía de un profesional, debido a su complejidad y niveles altos de dolor.
Duelos sin Resolver
Son varias las situaciones que logran desencadenarlo, como por ejemplo experimentar una interrupción en el embarazo de manera natural o inducida; no poder asistir al funeral o entierro de un ser amado; o cuando una persona sumamente querida sufre una enfermedad o accidente que deja mermada sus capacidades físicas.
Este tipo de situaciones suelen marcarnos una gran incertidumbre y sobre todo consiste no sólo en resolver las etapas naturales del duelo, sino en lograr seguir adelante aún sin saber hacia dónde se va.
Duelos Crónicos
En el duelo crónico las etapas naturales del duelo no suceden con éxito debido a la culpa, aceptación y perdón, elementos que influyen en su manifestación.
Al no poder elaborarse el proceso de perdida y expresar el dolor, la culpa, el rechazo a la realidad y el no perdón hacía quien nos dejó, el sufrimiento se mantiene vivo y genera problemas de adaptación que impide llevar a cabo actividades tan básicas como levantarse de la cama, e incluso actividades más complejas como el desarrollo profesional que impacta en lo social y económico.