Con el incremento de población, el desmesurado ímpetu de edificaciones y el cada vez menor espacio disponible ha hecho que cada vez sean más los países con dificultades de espacio para cementerios. Noruega, Japón y otros tantos se han visto con complicaciones a la hora de encontrar lugar para incrementar el espacio donde honrar la memoria de sus difuntos.
Es por ello que últimamente vemos noticias en torno a nuevas ideas para ubicar nuevos cementerios, con el objetivo de aprovechar el espacio de maneras que años atrás quizás no nos hubiéramos ni planteado. Ahora, y dada la realidad y los tiempo modernos, comienzan a asomar fórmulas y proyectos muy variopintos.
Llama la atención la forma en que se están barajando nuevas fórmulas como la de aprovechar la verticalidad de los edificios o rascacielos donde albergar a los muertos. Ya vimos hace algo más de un año la idea de un arquitecto noruego forjada en torno a un rascacielos “abierto” con jardines en la que se podrían ir ubicando nuevos pisos en altura a medida que el número de difuntos se incrementara.
Esta fórmula comienza a ser un concepto recurrente en otros lugares del planeta como fórmula para ahorrar espacio y también rendir homenaje a los muertos de otra manera lejos del concepto conocido. Quizás el mayor problema existente sean los tabúes y, claramente, la exhibición tan “llamativa”, particular y pública de algo tan real como inquietante como es la muerte.